Creí que me había librado de
ella, pero no pude escapar. Es la resaca de un año más. Traer a la memoria lo
bueno, lo malo, lo perdido, lo no alcanzado, el camino transitado. El balance
de lo que está y de lo que se fue. Discernir lo trascendente, de lo fugaz y
pasajero. Por lo que permanece, saber agradecer y conservarlo adecuadamente, por lo que se fue, dejar que
se acomode en el lugar a donde realmente pertenece. 365 días más y todavía
mucho por aprender, esa es la lección permanente y que queda para los años que restan por abrir.
viernes, 5 de julio de 2013
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