viernes, 19 de febrero de 2010

Elogio de los amores sencillos

Miras al vacío que hay en tus bolsillos y sonríes. Sabes que las cosas importantes y valiosas no se compran con monedas. Sales a la calle, mientras silbas la melodía de la última canción que escuchaste en la radio antes de apagarlo. Tomas, a lo que tú entender te ha indicado que es, un atajo con paso apresurado. Cuadras antes de llegar a tu destino, te detienes, alzas la vista y miras al cielo y también te complace comprobar que las nubes han cambiado de ubicación para dar paso al más azul de los azules, al más puro de los aires. Por fin, llegas a la esquina de la cita anhelada y antes de que llegue, el olfato te indica que el amor está a la vuelta de la esquina. Vuelves a sonreír, doblas la calle, la alcanzas, la tomas por los hombros, le regalas un beso y simplemente dices: “gracias por estar aquí, no sabes lo bien que le haces a mi vida”. Se funden en un abrazo y la ciudad, cómplice de los dos, parece adelantar su primavera. Las flores comienzan a crecer en los jardines.

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