viernes, 6 de octubre de 2017

Mi ídolo de la lucha libre

No recuerdo cuándo y cómo fue que me hice aficionado a la lucha libre. El asunto es que me asumo y reconozco como partidario del arte del pancracio. He tenido la suerte de haber visto grandes luchadores y leyendas del deporte del costalazo: El Santo, Tinieblas, Mil Máscaras, Dos Caras, El Solitario, Fishman, Canek, Blue Panter, Cien Caras, El Satánico, Lizmark, El Hijo del Santo, El Perro Aguayo, Los Brazos, Los Villanos, Los Espectros, el Hijo del Santo, Blue Demon Jr, Rayo de Jalisco Jr, El Hijo del Perro Aguayo, Místico, entre muchos otros. En esa representación del conflicto entre los buenos y los malos, siempre había preferido ponerme del lado de los técnicos. Por encima de las trampas y las marrullerías propias de los rudos, sigo creyendo que la buena técnica, la agilidad física y mental, siempre son las mejores herramientas para vencer al mal. Las ocupaciones propias de la vida habían hecho que prestara poca atención al desarrollo reciente de la lucha libre y sus nuevas estrellas. Nuevas empresas y nuevos gladiadores, que conozco conozco. Pero de lo nuevo, la sorpresa mayor, ha sido de que ahora resulta que en la familia tengo a una sobrina aficionada de los rudos, es más: rudísima. He intentado convencerla de que cambie de bando, pero ninguna razón le es suficiente para convencerla. Su corazón es rudo y nunca cambiará. Su ídolo máximo es Psycho Clown, el mismo que recientemente desenmascaró a uno mis últimos luchadores favoritos el Dr. Wagner Jr. Cómo y porqué mi sobrina se convirtió al lado oscuro, no lo sé. Quizá tenga que ver con su corazón guerrero y valiente. Hace tiempo que ha emprendido una lucha durísima en contra de uno de los tantos enemigos de la salud. Un primer encuentro con la Cirugía Chilanga y salió victoriosa. Una lucha posterior, estelar, contra la Momia Kimio y se trajo el título de la salud a casa. Hoy, en revancha con Kimio II, lleva los bonos a su favor y todo indica que nuevamente el cinturón que la acredita como campeona seguirá en sus manos. Ni hablar. Creo que me pasaré al lado rudo, porque me doy cuenta de que mi verdadera luchadora guerrera es mi sobrina. Sé que después de tu revisión de hoy, nuevamente vendrás con la sonrisa y con la victoria a cuestas. Tú eres mi verdadero ídolo de la lucha libre. Te quiero mucho. Feliz cumpleaños.

domingo, 27 de agosto de 2017

Lucha libre y el 2018

A pesar de que me considero un aficionado a la Lucha Libre, de un tiempo a la fecha, sobre todo con la creación de la empresa AAA y la influencia de la lucha norteamericana, he tratado de mantener una cierta distancia prudencial, quizá como una manera de proteger ese romanticismo y nostalgia infantil, de aquellas primeras funciones a las que asistí. He presenciado grandes luchas y grandes leyendas de este deporte, incluso, hasta a el Santo mismo. Puedo decir que desde finales de los 70´s hasta el gran boom mediático que resultó ser el luchador Místico, he observado los vaivenes de este deporte-espectáculo. Ayer, más por morbo que por curiosidad, decidí mirar la lucha de apuesta entre Psycho Clown y Dr. Wagner Jr. El primero, perteneciente a una gran dinastía de luchadores, como lo han sido Los Brazos... y el segundo, heredero de un gran nombre y leyenda de la lucha nacional. Desde que se firmó el contrato y se confirmó la fecha y el lugar, las acusaciones de fraude y arreglo del resultado aparecieron por doquier. Así, que minutos después de la medianoche me dispuse a satisfacer mi afición. Como todo evento de Triple AAA: mucha parafernalia y poca lucha. Como dicen los aficionados a la tauromaquia: "tarde de expectación, tarde de decepción". Y así fue. Casi como con guión en la mano, del dominio del Dr Wagner Jr, a punto de vencer al rival, débil, ensangrentado y confundido y de la nada, una tremolina celestial, y Psycho Clown toma fuerza de la nada y en un par de llaves gana la lucha. Después, 20 minutos más de aburridas declaraciones de los luchadores, que desde que los obligan a tomar el micrófono, creen que en verdad tienen capacidades de profesionales del entusiasmo, hasta que por fin, el derrotado, se quita la máscara y punto. El show había terminado. Apagué inmediatamente el televisor y no sé cómo, ni porqué, pero de inmediato comencé a asociar a ese pobre espectáculo que recién había presenciado, con todo el escenario que se está preparando para las elecciones del 2018. Y así fue, que el insomnio llegó para instalarse una madrugada más...

miércoles, 9 de agosto de 2017

Los libros de RIUS y yo

Hace poco comentaba un recuerdo de infancia sobre mis primeras lecturas. Resulta que al acompañar a mi madre al mercado Nicolás Bravo, o a veces conocido como el del Santo Niño, me gustaba ir a un puesto en particular. El puesto consistía en 3 o 4 lazos de aproximadamente 2 metros de longitud, amarrados a unos pilares. Colgados en esos lazos, se encontraban revistas de muy diversos temas e intereses y que se ofrecían a la venta o a la renta. Como yo no tenía dinero suficiente para adquirirlos, invertía 5 centavos por leer 2 o 3 revistas de mi interés. Obviamente pasé por Capulinita, por el SpiderMan, por el Superman, hasta que me topé con unas revistas muy extrañas, llenas de monos feos y que en lugar de historias de héroes y villanos, más bien hacían referencia a eventos y situaciones de la vida cotidiana. Los personajes principales eran el campesino, el obrero, el profesor, el cacique, el sacerdote, el intelectual izquierdoso, el demagogo profesional. Los Supermachos y Juan Calzoncin fueron fundamentales en mi formación como lector. Años más tarde, llegó a la casa un manual para votar elaborado por la Comisión Federal de Elecciones (el INE en los 70´s) y que contenía los mismos monos feos que los que yo veía en Los Supermachos, fue entonces que pregunté a mi padre por el autor de esos monos, y me dijo que era un dibujante zamorano, Eduardo del Río, RIUS. A partir de ahí, la relación fue muy fructífera, pues muchos temas o manuales para principiantes, como nombró Rius a sus muchos libros de divulgación sobre casi cualquier tema pasaron por mi mano durante mis lecturas juveniles. El ateísmo, la laicidad, la crítica al Estado, a la injusticia, a la pobreza, a la corrupción siempre estaban presente en sus obras. Como lo dice la viñeta, mis otros profesores fueron los libros y muchos de esos libros fueron de Rius. Si en algo ha cambiado el país en términos de democratización, libre pensamiento y derechos humanos, se debe a las enseñanzas que los miles o millones de lectores obtuvimos de las obras del maestro Rius y que nos motivaron a acercarnos a teóricos y obras fundamentales para entender el comportamiento humano y a la sociedad y sus problemas. Gracias maestro. Buen viaje y hasta luego.


martes, 20 de junio de 2017

Revelación


Revelación: ese momento en que uno comienza a dejar de venderle gotas de agua al mar

viernes, 2 de junio de 2017

Desde cero

Los casi 13 kilómetros entre el hotel y la sede del curso eran la repetición continua de un paisaje casi uniforme. Una ciudad, trabajosamente vista desde el interior del ensardinado metrobús y que, además, se escondía detrás de  la múltiple publicidad que la inunda. En el trayecto recorrido a diario el cartel que se repetía sin cesar era el de la próxima presentación de Dani Martin en el Plaza Condesa. Sin ser un gran conocedor de la trayectoria del artista, entre las 21 estaciones de mi origen y destino, daba tiempo suficiente para recodar algunas estrofas de sus canciones. Pero no fue sino hasta el último día de mi estancia en la gran metrópoli, despedida de por medio, que hasta entonces entendí, que el soundtrack sugerido para mi, era justo una canción del cantante español. Con el cansancio acumulado de los días, las emociones que creía dominadas, comenzaron a recordarme, que en cierto sentido, la ciudad sigue siendo un sutil dolor para mi. Ajustando mochila e impermeable, volví sobre los pasos y de vuelta a la realidad. Mientras, en el Ipod, Dani Martin me recordaba que a veces es necesario partir de cero.  Solo a veces…






domingo, 14 de mayo de 2017

En los mares de la vida


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Terco, torpe, obcecado y contradictorio, como barco de papel que intenta navegar sobre la arena, así, involuntariamente, muchos días en la vida.


jueves, 11 de mayo de 2017

Miguel Bosé en Morelia, 9 de mayo de 2017

Pasaron 29 años desde la última ocasión que coincidimos en un mismo concierto. Desde aquella lejana gira, XXX, en 1988 hasta ahora, en el tour Estaré 2017, son evidentes los estragos del tiempo en ambos. Sin embargo, reconozco el porte que tienes para sobrellevar tus casi 6 décadas de existencia. Y ni qué decir de tus cuarenta años en este rollo de la música. Se nota la experiencia, el temple, las tablas para ir convenciendo y entusiasmado a un público que en su mayoría escéptico, había llegado a la Expoferia para disfrutar tu show. Como bien dijiste, sólo el perfume y la música han demostrado su eficacia para hacer vivir a la memoria. Y en efecto, así fue… tu recorrido musical sirvió como un catalizador de los recuerdos, que en muchos casos, como el mío, potencializó la memoria a pasajes que creía olvidados. De aquellos andares preuniversitarios, de mi paso fugaz por el conservatorio, de aquel amigo con el que cantábamos a toda voz las estrofas de “Manos vacías”, como una especie de entrenamiento para las ilusiones y desilusiones amorosas posteriores. Y pensar que aquello fue hace 29 años… ufff… ¡Cómo se escapa el tiempo! Nos reencontramos casi 30 años después y al finalizar el concierto, me queda una sensación de tranquilidad, como si este momento hubiera servido para actualizarnos y repasar nuestras vidas, como los buenos y viejos amigos que hemos sido desde entonces. ¡Gracias! ¡Fue una noche muy buena! Y por si las dudas, por aquello de que la vida sea caprichosa y no volvamos a coincidir nuevamente, a manera de despedida, me adhiero a una de las estrofas más significativas de tus canciones para mí:

Y cada noche vendrá una estrella
a hacerme compañía
Que te cuente cómo estoy

y sepas lo que hay


jueves, 30 de marzo de 2017

Autodiagnóstico

Cuando la enfermera me dijo 140/90 lo primero en que pensé fue en la medida de un rin para auto. No sé porqué reaccioné así. Quizá fue que la primera asociación que pude realizar fue con la Michelin que llevo por cintura. Así las cosas, con el mareo seco y abstemio, sin mar y alcohol. La enfermedad no es la hipertensión, ni el estrés; el padecimiento crónico siempre ha sido la procrastinación como estilo de vida.