miércoles, 30 de junio de 2010

El colibrí

Por un lado un montón de palabras, frases y sentimientos, que ante lo inminente de la separación, se le han convertido en un lastre, pesado y difícil de llevar con ella. Por el otro, una pierna rota, que debe sobreponerse a su dolor, para que inmediatamente tome el camino decidido. Los minutos parecen horas y las emociones se agolpan en el pecho y la garganta, impidiendo que cualquiera de los dos inicie una conversación que vaya más allá de la formalidad que impone la buena educación. En un intento desesperado de la vida, en medio de los dos revolotea un colibrí, como señal de que aún pueden regresar a casa juntos. En ese momento, él recuerda aquella ocasión en que llegó a sus manos una tarjeta que simplemente decía: “Si más adelante en la vida, a la vuelta de la esquina, no tienes a quien tomar de la mano, pregunta por mi nombre, porque yo te estaré esperando”. Ella, sumida en sus reflexiones, sin saber cómo o porqué, recupera el momento en que como respuesta a una tarjeta que envío, le llegó un ramo de flores y con él, una carta que decía: “No necesito preguntar tú nombre, porque te conozco de antes. Te reconoceré por tu sonrisa, por tu cabellera despeinada, porque en tus manos tendrás un libro de historia, y como siempre, estarás escuchando música….” Mientras tanto, el colibrí voló y con ello, el tiempo se acabó…

1 comentario:

  1. ya son vacaciones así que ojalá pueda escribir más seguido, siempre es un placer leerlo.

    Saludos.

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