sábado, 5 de junio de 2021

Los virus, las vacunas y las razones del silencio


6 de febrero de 2021

Hace muchos meses que no sintonizo la conferencia diaria sobre la evolución de la pandemia en México. Dejé de seguirla no por razones políticas, mucho menos científicas, solo fue una medida más para preservar cierta tranquilidad mental y emocional en estos tiempos tan agitados. Sin embargo, contra las dudas, procuro consultar las informaciones resumidas y concentradas a manera de infografías o de gráficas que los organismos científicos ponen a la disposición de la población que puede acceder a ellas. Me informo consciente de todas las limitaciones que puedo tener para comprender de una mejor manera los datos consignados.

De vez en cuando sintonizo programas de divulgación científica, preferentemente en Youtube, que intentan hacer accesible toda esa especialización del conocimiento, con el propósito de conocer la opinión de expertos en los temas y tratar de no perderme en el enjambre de posturas conspiracionistas, mitos inmunológicos y pócimas mágicas que abundan en las redes sociales. Esta actitud de sano escepticismo me ha valido el reclamo y el reproche de algunos de mis conocidos y contactos que, extrañados por mi silencio en esos debates, me acusan de una arrogante indiferencia ante los temas candentes de la vida pública y que ahora, bajo el creciente contagio de los tiempos electorales, han venido a enfermar aún más a ciertos sectores de la población totalmente polarizados y enfrentados por sus posicionamientos políticos o por intereses económicos afectados, reduciéndose al mínimo las posibilidades de diálogo para construir alternativas colectivas de solución y no seguir responsabilizando al otro de lo que nosotros tampoco hemos hecho para que las cosas no estén tan peor.

Estamos siendo testigos del fin de las ideologías, como bien lo dijera Giovanni Sartori en su texto “La democracia en 30 lecciones”; declararse de derecha o de izquierda en el contexto político actual, poco o nada dice de los actores políticos en pugna, unos en el ejercicio del poder, los otros, como el contrapeso que debieran ser. Señala Sartori que “en sus intenciones de fondo y en su autenticidad, la izquierda es altruismo, es hacer el bien a los demás, mientras que la derecha es egoísmo, es atender al bien de uno mismo”. La realidad, o la parte de la realidad que los medios nos muestran, no hace nada fácil poder hacer esa distinción de los unos y de los otros. Y finalmente, cuando en el horizonte parece haber una posibilidad de solución con las vacunas, o por lo menos controlar un poco esta pandemia, en la que todos hemos perdido a alguien, en la que a todos nos ha costado algo, en la que todos hemos sacrificado algo, resultan sorprendentes los contraargumentos con los que se pretende desacreditar este logro extraordinario de la ciencia.

No doy ejemplos, todos sabemos de algunos, para no seguirlos replicando y seguir perpetuando su viralidad. En fin, yo no quería escribir de pandemia, de política, o de vacunas, pero a propósito de este último tema, cuando hay todavía mucha incertidumbre sobre la llegada de las mismas, sobre la logística del programa de vacunación y las evidentes fallas de la plataforma digital para registrarse, no puedo evitar recordar aquel refrán que decían los abuelos: “Todavía no tenemos la vaca y ya nos andamos peleando por la leche”. ¿A poco no? Yo por eso sigo recargado en el quicio de mi ventana, mirando al mundo y guardando silencio.

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