lunes, 26 de enero de 2009

Junio de 2008

30 junio

Las piedras y el viento

Lanza una piedra más y cada vez se convence más de que está a punto de acertarle un golpe al Sol. Esta tarea parece igual de inutil, como cuando en una ocasión quiso atrapar a la Luna con un lazo y bajarla a la tierra para regalársela a Marcela. Ella, ya no está, y no sabe qué hacer con esa tristeza que le está quemando las entrañas. Mientras tanto, a medida de que se le agota la fuerza en el brazo y las piedras a su alcance, camina lentamente, casi flotando, en busca de esa barranca, a donde habrá de arrojarse, con todo y tristeza, para que, paradojicamente, al paso de poco tiempo, se convierta en un recuerdo vago e inútil, que el viento del olvido se ha de llevar para siempre.

13 junio

Sin título (Se aceptan propuestas)

Cálculo infinitesimal de daños y pérdidas. Supresión del factor de riesgo hasta el 0%. Estimación constante del margen de ganancia máximo. Su vida era una tabla financiera, en la que a final de cuentas, siempre terminaba perdiendo. Y de nuevo: a ajustar números y fórmulas, hasta que el corazón encontrara en ellas, las respuestas que siempre están en las personas. Camino largo e incierto, y en el que por única compañera llevaría, de por vida, a la soledad tomada de la mano.

03 junio

Va el texto del Master Amós (perdón, Doctor, aunque no cure ni un pulque), pensé en no seguir publicando cosas por algún tiempo, en respeto a la memoria, y por eso mismo, por respeto a la memoria, las palabras siguen dando vida a los amigos

Esta es así como la versión "jesusmontesca" de una expedición a SLP. O lo que es lo mismo, la visión en blanco, pero sobre todo en NEGRO, del invitado que más se reventó y bebió en la boda...

Memorial y crónica de las bodas del Chema Alonso
Por el cronista negro

I
Si lo recuerdo bien (léase con tono de chilenos doblando al español un documental). Todo comenzó un jueves en que me llevaron demasiado temprano a la casa del dr. Gómez (sólo para la mamá del Chema, para el resto es el "Nene", "Dr. Simi", o "El Oriel"), quien estaba literalmente echando la güeva viendo un partido del Cruz Azul, la "Máquina Celeste" o "Los Cementeros" para los que saben de futbol y tienen panza chelera. Como a mí lo único que me gusta del "Juego del hombre" son las bebidas que lo acompañan, decidí incorporarme a la expectación de los 90 minutos en que otros corren tras la pelota mientras le entraba a las pruebas del mezcal de "pechuga", al de "café", al "barato" y hasta creo que un "torito" perdido, traído por reconocido poeta michoacano para su querido yerno. Como después de tanto deporte da hambre y puesto que ya estaban cerradas las carnitas de "siempre", nos dirigimos a unos tacos sobre la Avenida cuyo nombre no recuerdo, pero para referencia de todos aquellos antropólogos aficionados, donde se ubican El Faraón, La Jungla y El Kumbala bar, puros centros de sano esparcimiento; sin embargo, nuestra necesidad de carne era distinta, así que, tras intentar uno de cada "sabor" para conocer la sazón del chef, me refiné dos de tripa y otros de bisté (que no estaban de lo mejor, pero ya con hambre: ¡Ora invítame a cenar, no!). Regresamos y seguimos discutiendo las habilidades de algún central o la ineptitud de los centros delanteros mexicanos, mientras esperábamos a una dueña de las quincenas del dr. Oriel (sólo para la mamá del Chema), pero como dice el poeta: y nos dieron las dos y la una... y nada que llegaba, quesque se fue a que le dieran su despedida... claro que yo no comenté nada, porque siempre me ha caracterizado mi buen juicio y discreción. Por fin, como a eso de las tres (a la una a las dos y a las...) llegó llena de tierra (del camino, no se piense otra cosa), la doctorante en dos doctorados y tres maestrías, Alma, que nos tenía con el ídem en la boca, no habría que decir nada más, pero conociendo a los morelianos es preciso contar que la despedida otorgada por sus alumnos del Instituto Tecnológico Superior de Pátzcuaro (en Tzurumútaro, paradojas geográficas) fue en el municipio de Salvador Escalante, ya mirando a La Huacana. Espero que este comentario deje a salvo el honor de la dama en cuestión y le limen los apéndices óseos que ya tenía colocados el dr. "Simi" "Lar". Nos fuimos a dormir, porque saldríamos de "ma-dru-ga-da" [cito: Lar, dr. Simi], cada oveja con su pareja, y como yo no soy borrego me tocó la compañía de los moscos de La Concepción, cerquitita de San Juanito Itzícuaro, como quien dice, Capula.

II
Llegó el viernes, pero entre que se bañaban de nuevo los novios, de este lado de Michoacán, y entre que cerraban las llaves del gas, sacaban la basura, nos dieron [cito: Sabina, Joaquín] de nuevo las 10 y las 11 y ya me estaba encabronando, porque si hubiera sabido que la "ma-dru-ga-da" del doctor "Lar", eran las 11 a.m. hubiera desayunado mis güevitos revueltos con bolillos "ca-lien-ti-tos" en mi casa. Las cosas sucedieron con una rapidez sorprendente, si uno es la tortuga de la fábula. Apenas estábamos llegando al Vip's de Calzada la Huerta [doy estas referencias para los potosinos y aquellos ignorantes de la geografía urbana moreliana, y para que se sepa que hay varios, no namás uno], a desayunar un "omelet d'chapignon" y unos bolillos de Aurrerá que no cambio por mis "güevitos revueltos" con bolillos de Don Plácido [que es el panadero de mi pueblo, lo digo para los potosinos y los ignorantes en la gastronomía jesúsdelmontense], cuando por teléfono celular, el Ing. en Tec de la Mad. Little Bull is innocent Gómez [emparentado por línea materna y paterna con el dr. Lar] habló preguntando ¿dónde íbamos? Íbamos a salir temprano, dijo el dr. Nene, pero ya ven que me gusta el viento en el rostro [por aquello de sentirse idem y poder usar lente oscuro].

III
Resulta que la caravana de Jicalancas [porque los de Uruapan son Tecos, muy tecos] ya estaban desayunando birria de animal muerto adelante de Querétaro de La Corregidora [heroína a la que han adoptado con mucho ahínco los queretanos sin saber que era vallisoletana, pero como de éste lado tenemos tantos héroes que no nos molesta prestarles algunos, por si quieren los potosinos, tenemos de primera, segunda y tercera división]. Fue cuando el dr. Oriel (sólo para la mamá del Chema) se prendió y dijo "On the road!", pero como la doctorante Alvarado habla francés, italiano e inglés técnico y yo nomás español, no le entendimos con la premura necesaria, hasta que lo vimos pedir la cuenta y ponerse sus lentes oscuros. Todavía tardamos otros 30 minutos en salir, porque como era feriado muchos chilangos deciden "vacacionar" en las ciudades patrimonio de la humanidad, comprar artesanía y comer bien, pero como eso sólo lo tiene la ciudad de la litíca rosa, o las riolitas a según sean geólogos o snob, (no es que no vayan a Querétaro a ver cerros pelones o a peregrinar al cerro del Cubilete e ir por charamuscas a Guanajuato, pero lo que es parejo no es chipotudo, decía mi abuelo). Ya estábamos "en el camino" [nótese que fui al diccionario "Oxford"] cuando el doctor Lar de dijo a la doctorante Alvarado: ¡mi Alma! Pásame mis guantes de piloto automático [nótese que la doctorante Alvarado es Alma para todo el mundo, pero su Alma nomás del dr. Lar] , y resulta que traíamos dos derechos ¡Chin! [yo canté mentalmente: ¡tan tan tara tara tan tan! -con tonada de tío vivo, o musiquita de payasos]; pero no tuve tiempo de amarrarme a la estructura del potente vehículo, que aunque '96 corre como si tuviera 10 años menos, los cuales asegura el dr. Oriel (sólo para la mamá de Chema) que pasó guardado en la cochera de su tío, en cajones, de la Puebla ¡será por eso que trae placas del '95?

IV
Llegamos en 3 horas, y eso que fuimos a asomarnos a Salamanca, porque ahí, ahí me hiere el recuerdo... aunque el poeta debió decir hiede por las refinerías y termoeléctricas. No bajamos de 160 ni cuando dos patrullas de caminos hicieron el intento de seguirnos, les ha de haber dado güeva, no pensaron que trajéramos un "venado" para la mordida y hacer "el chivo" o de plano nos vieron con cara de decididos porque prefirieron dos camionetas que transportaban productos agrícolas del Altiplano potosino en las fisonomía [tenían la opuntia en el pelo y la cara para que me entiendan los potosinos]. Ya cuando el paisaje se componía cada 3 km de un mezquite polvoriento me dije: se me hace que esto ya no es el Bajío, así que aprovechando que ya el jugo y los 3 cafés agudos del Vips hacían presión en mi vejiga, decidí entrar en contacto con el paisaje a la manera del turista: me bajé a miar. Yo creo que hacía como 10 años que no le llegaba agua a las candelillas, porque se levantaron y hasta como que quisieron enverdecer, si me tomo otro jugo ¡hasta flores echan! [léase con tono de Cruz Treviño Martínez de la Garza y Garza, "No desearás la mujer de tu hijo", época de oro del cine nacional, que es el mexicano, aunque dos o tres me hayan confundido con checueslovaco]. No alcancé ni a ver "las jorobas" [dícese de los pasos a desnivel que sirven para dar salida y cruce a los vehículos que transitan sobre la carretera Querétaro-San Luis, y que llega hasta el centro de histórico potosino, donde se convierte en Carranza y si la siguen hasta donde cruza con Muñoz, ya llegaron a la casa de los Ballín, lo digo para los morelianos, ignorantes en la topografía urbana de San Luis Potosí... es mi barrio San Miguelitooo]. Luego de una pequeña distracción en que no seguimos a Carranza [que después comprendí es ilógico en San Luis], llegamos al hotel mas alto de la ciudad el Real Plaza, ubicado [es obvio decirlo? en Avenida Carranza, que yo supongo es Venustiano, pero no entré en detalles porque luego lo tachan a uno de snob y no es de buen gusto hacerlo estando en tierras extrañas, y más al norte del Lerma !Santiago y a ellos!]. Ahí nos topamos con la comitiva uruapense que ya tenía horas de pasearse en el elevador y mirar lo chiquita que se veía la gente desde arriba [es pertinente decirlo ¿o impertintente? porque el del pueblo aguacatero sólo tiene 7 pisos y éste tiene el doble, claro que no es pertinente burlarse de ellos porque les dáapor jugar a "la roña" -o "la traes"- con metralleta y al que pierdan ¡le cortan la cabeza! Como decía la reina de corazones en una película "infantil" basada en un cuento de un matemático pederasta inglés y que nunca he entendido].

V
Como todos teníamos hambre y estábamos deseosos de trabar un encuentro cercano con las "carnes" de la Huasteca [yo me enteré que eran "ésas" carnes de "engorda" hasta que las ví en mi plato], salimos a comer a un restaurante muy famoso y recomendado por el dr. "Simi" quien aseguró que lo había conocido hace 5 años y lo recomendaba porque los "caballitos" eran 11 mmlts. más grandes que en otras cantinas. La dichosa fonda chiquita. que parecía restaurante, estaba ubicada, si no mal recuerdo, en la Av. Carranza del centro de San Luis. Todos pedimos cosas diferentes para ver qué cara ponían los demás; pero como íbamos con pocos ánimos de etnógrafos y más como turistas, no nos gustó lo que nos sirvieron, doña María Mendoza incluso sacó su bolsa de chiles e intentó componer el asunto, pero era demasiado tarde, el daño a nuestra percepción estaba echo y el café de olla sólo contribuyó a consolidar la representación negativa de la cocina potosina. Doña Mari me invitó a tomar café con aguácatas que habían llevado para un pariente que vive en San Luis, y quien no soportando la presión se fue a Paracho a comer pan como Dios manda, calientito y con café mezcla de caracolillo y placuela que vende La Lucha, luego de importarlo de Chiapas y Veracruz, para mantener la fama que se creó hace un siglo y que todos mantenemos como secreto a voces sólo por el orgullo.

VI
A eso de las 3 de la tarde y como quien sale a "carrancear" [¿me pregunto si los morelianos salen a "maderear" los potosinos salen a "carrancear"?] llegó el novillo despuntado y como queriendo llorar... por su "valet", "guardaespaldas", "sparring" y amigo "El Amós" (para la mamá del Chema, para todos los demás soy el ¡DOCTOR Martínez, tiene una llamada en urgenciassssssss!). Salimos del Real Plaza, de donde tomé un cuadernillo con unas oraciones porque me pareció que ni en Silao había estado yo en un lugar donde pierden la virginidad más niñas que en el carrusel, pero eso si, muy devotamente: ¡esto que hacemos no es por vicio, ni por fornificio, sino por hacer un niño a tu santo servicio! ¡Señor hágase tu voluntad! y ¡vénganos tu reino!

VII
Debo decir que después de tantas visitas a Tuzópolis, el Chema manejaba su ford fiesta como un verdadero potosino, con una prisa increíble por salir de Carranza y tomar Muñoz [¿será por un sentimiento claustrofóbico?] Vuelta en la exComer por la entrada al Campestre, Ágata [Tugsteno? u otro mineral] y ya estábamos en la residencia Ballín, donde la novia intentaba llenar, con unas uñas que ya las quisiera Niurka para apretarse un barrito, bolsitas de chocolates y luego hacerles el nudito con un lacito rojo en compañía de su prima que tenía otras iguales [la imagen que me llegó a la mente era la de una madre “teibolera” llenando aguinaldos para el cumpleaños de su segundo hijo, el que tuvo con un zeta, ayudada por Yesenia, su cuatita del alma, claro que a ambas les faltan 20 centímetros de estatura y curvas distintas]. Luego de los besitos mua mua y de platicar el viaje, que parecía lo había hecho en el Interpraise ¡mzzzzzquiteeeeeeee! ¡zum! Me convidaron a conocer Pozos y la sede oficial del capadero, perdón, de la ceremonia; puesto que yo no tenía, en ése momento, nada que hacer, decidí acompañar a la feliz pareja, a su cuñado, a la novia, a dos sobrinos, 10 cajas de Torres, como 20 botellas de vino tinto, 5 charolas con regalos y, por supuesto, los chocolates, al salón-jardín, donde sería la "garden party" al día siguiente, salimos por Muñoz, hasta el lecho de un río seco convertido en avenida que nos condujo a una serie de pasos a desnivel, cuyo único fin es confundir a los turistas, porque luego salimos a la carretera Querétaro-San Luis, que como ya hemos visto en repetidas ocasiones (y seguiremos viendo) llega hasta Carranza, sólo que en éste momento era San Luis-Querétaro. En una de las "jorobas" nos salimos para pasar por debajo del puente y llegamos a un empedrado, luego al pueblo de Pozos, con sus mezquites en la plaza, su fuente sin agua, y en una esquina el salón: un jardín bardeado con tres mezquites en las orillas, donde afanosamente una tropa de guachichiles [otrora fieros a la sedentarización] se afanaba en colocar unos toldos. Una vez ubicada la "señora" dueña o administradora del "changarro", esperamos la llave para meter toda la cava en un baño que pomposamente llamó "el baño privado", donde se cambiaría la novia [¿nunca supimos qué?], espacio de tiempo que fue suficiente para que Mariano, el más pequeño de los dos, un cochinito dulce y cortés [léase con línea melódica de Gavilondo Soler, "Los tres cochinitos"] se cagara en los calzones. Los varones se vieron con cara de:
- "eso no es de nuestra competencia".
La novia los vio con expresión facial de:
- "tengo las uñas postizas largas, no me limpio ni yo".
Y yo los ví haciendo:
- "yo los acabo de conocer hace 45 minutos".
Afortunadamente la Madre Patria cría a sus hijas para hacer críos, y se lanza la novia de Feli a la hazaña de limpiarle la coliflor a su futuro sobrino [si eso no es amor, es masoquismo, Feli].

VIII
Una vez terminados los "últimos detalles de la ceremonia" regresamos al cuartel central, ahí, El Chema (para todos, Gór-dóo, para Rebeca, y sólo José Manuel para su mamá) pidió un salvo conducto para dirigir a las tropas de ocupación del batallón Teniente Alemán, venidas allende, San Miguel de Allende, a un abrevadero seguro; si las miradas mataran hubiéramos celebrado un funeral, pero como afortunadamente el novio ha probado tener una concha de berilio con blindaje 10, salimos a reencontrarnos con los mismos en otros lugares, que son idénticos... ¡Que comiencen los juegos! Y la ovación se escuchó de pie... El general Pitacho aprobó con una mirada inspeccionadora el lugar, decorado con un gusto barroco por el pancracio que era de esperarse, mientras todos los demás pedíamos ¡Una cerveza indio! Y el mesero nos veía con cara de: ¡han de ser de maguey porque el nopal no se da en sus tierras! [Y tiene razón, puro tequilana weber weber] el general decidió ver si el "wiskey on the rocks" estaba inyectado diferente en "La tercera caída"... ¡Salud! ¡Salud! y que hable el novioooo... quien anegado en lágrimas y luego de disculpar a su casi casi "media naranja" en un tequila sunrise por estar "ocupada en los últimos detalles antes de la ceremonia" se empujó entre 8 y 10 cervezas [aquí disiento en su aseveración de que los prendidos éramos yo y mi general....
-¿Cómo que yo y mi general? ¡Mi general... y yo!
Bueno, el general y el dr. Simi [que se sentía seguro porque estaba chupando con su mamá a un lado]. ¿En qué estaba? Es que la interrupción gramática del dr. Lar me distrajo... ¡Ah! Si, el Magister Leo [no por analogía con la sapiencia del distinguido michoacano dr. León -lo digo para los potosinos-, sino porque le encanta la cerveza yucateca], estaba ya en el punto de mandar a dormir a las damas y llevarnos a dar el tour "San Luis de noche" [que me imagino debe ser por Carranza; pero hacia las "Jorobas", pura intuición masculina]. Justo antes del grito de ¡Retirada! antes de lanzarnos con el de ¡Zafarrancho de combate! lidereados por el general Pitacho, !Que las armas michoacanas se cubran de gloria y vómito en San Luis! Sonó un timbre amenazador... todos buscaron su celular, hasta yo que no tengo, por aquello de evitarle la incomodidad al festejado, quien se retiró al fondo a la derecha para evitar el puchis punchis que delataba nuestra ubicación táctica en el campo de batalla. No valieron súplicas, ni explicaciones, y ante la amenaza de que llegara el ejército del Centro, comandado por algún Ballín, para requerir al posible desertor decidimos hacer una retirada táctica y dar parte de guerra al Alto mando, que en el cuartel general ya había oprimido tres bolsitas de chocolate “Costanzo” hasta hacerlo en polvo.

IX
La experiencia de llegada fue una epifanía de lo que, seguramente, vivirá el magister Leo en el futuro, medios coloraditos [pero no por la vergüenza], claro que me di cuenta que había caído en blandito cuando su, hasta entonces futura suegra y su cuñado el mayor, nos prepararon unas quesadillas en unas tortillas pequeñas [que mi ojo antropológico juzga el único tamaño disponible en las tortillerías de San Luis, si queda tan cerca Querétaro deberían pedir cuchillas más grandes]. Las cuales comenzamos por rechazar [como lo dicta el "Manual de buenas maneras y urbanidad" del sabio, y difunto, Carreño], pero que terminamos empujándonos con singular alegría. Una vez establecido el juego de miradas entre los futuros conyugues, breve instante en que me sentí hijo de divorciados, decidieron que "las visitas tienen sueño" y mandáronme a los aposentos reservados para mi persona en la casa de don Carlos Ballín, señora Nadia e hijossss..... ¡del demonio! [ya explicaré por qué] En el trayecto, que he de decir es salir hasta Muñoz y luego seguir hasta adelante del Walt Mart de Muñoz [desconozco si hay otro, Walt Mart, porque Muñoz parece muy común, casi tanto como Carranza, en tierras potosinas], nos detuvimos por un par de cocas [de las de botella de 1 lts. no las de bolsita, como acostumbran otorgar los meseros colombianos a los poetas] y unas aguas quinas... ¡Ahí sospeché! La comandancia general me había puesto al tanto de los planes aviesos y cuál era mi misión secreta allende, San Miguel, más p'al norte... Llegamos y sin tiempo de decir ¡ahí nos vemos! Escuché un chirríar de llantas y un ford fiesta que se perdía en la lejanía, hacia Muñoz ¿creo? a toda velocidad [es decir entre 50 y 60 km/h], decidido a hacer la labor de sacrificio en la media cancha... y como un chilang... michoacano 100% ¡Puro Michoacán! Nunca rehusa beber gratis decidí medir a mi contrario [¡Me saca 20 cm de alto pero yo le saco 20 de ancho, así que estamos a mano! Me dije] y comenzaron los forcejeos alrededor de unas cubas de Torres 10, bebida demasiado dulce para mi gusto abajeño acostumbrado al etanol rebajado con mezcal de Zihuaquio servido en chiles perones, pero... ¡A la tierra que fueres, toma lo que te ofrecieren! [hice un cambio porque el verbo chupar se presta a malos entendidos]. Ya tarde, luego de romper un vaso, no porque fuera boda judía ¡Mazel tov! sino porque la coordinación no era como para hacer una cirugía, nos fuimos a dormir, al fin que la ceremonia era tarde... pero he ahí que los angelitos no se habían desvelado y a las 8 de la madrugada ya estaban espantándome las moscas de la boca y picándome con una escoba las costillas para saber qué producía los ruidos ensordecedores que hacían aullar a los perros de los vecinos:
- ¡¿Es un oso?!
-¡Niños! Ese oso esta crudo ¡Déjenlo!
¡Pero hay un Dios! y ya los veré en 20 años.
Así las cosas decidí bañarme, ponerme mi vestido de etiqueta, aunque sin la playera amarilla, porque, aunque tengo varias, siempre suponen que no [extraño interés en el guarda ropa de un oso].

X
A las 9 de la madrugada escuché el potente motor de un ford fiesta que se acercaba por el rumbo de Muñoz, mi rápida intuición antropológica me dijo que sólo podía ser el Magister Leo, [con pellizcos en las chiches, para que no se notaran en la ceremonia], quien había quedado de pasar temprano por mí, ahora me transformaba de su guardaespaldas [o guardahígados] en "valet". Fuimos por su familia al Hotel, y decidió tomar Muñoz hasta Carranza y luego sobre esta hasta llegar al Real Plaza. Yo estaba mareado, pero, sorprendentemente, a pesar de que cerraba los ojos y respiraba profundo para evitar vomitar, siempre que abría los párpados me llega un "dejà vu", ¿parece que ya pasé por aquí?, y mi sexto sentido me ubicaba siempre, a mí, que me pierdo en Cuto, misterios que sólo la Providencia aclararán en el futuro. Una vez en el hotel, y reunido el clan Morales Palomares, aunque había más Palomares para la boda [sin albur], el anfitrión decidió llevarnos a comer unas "gorditas" potosinas, yo no tenía ganas, pero la combinación semántica y mis dotes hermenéuticas pensaron en una "fusión de horizontes", así que decidí dejarme conducir, por Carranza, derecho y luego tomar la avenida que era un río hasta, donde aseguran, hay una presa, lugar donde las sabrosas gorditas potosinas resultaron ser de maíz. Ni modo, ¡pásenme una de chicharrón prensado! para aceitar la imaginación y las arterias.
Luego de dos cafés de olla la circulación sanguínea seguía lenta, como si hubiera una manifestación en el zócalo de mi cuerpo. Me bañé de nuevo, intenté dormir en la cama Kig [Henri VIII] size, pero parecía que el aire movía el piso 15 del Plaza. No cumplí cabalmente con vestir al "mataor", ni darle su nalgada de la buena suerte, porque yo necesitaba un "oper cot". Bajamos al lobby, porque el coronel debería organizar a las tropas michoacanas, y mientras saludaba a los conocidos el mundo parecía lejanooooo, colores pastel y sonidos intensísimos, escalofrío, sueño, y retorcijones en la panza. Todo sea por un amigo.
Llegamos a la iglesia luego de tomar Carranza, y una vez abajo El Chema (para todos, el Gór-doó, para Rebeca y sólo José Manuel para su mamá) me dio la encomienda más grande del día, llevar el coche al estacionamiento. Me coloqué en el sitio del conductor, analicé la situación y me dije, ¿cómo chingaos se mete la primera? ¡Ni que fuera un auto chino de Elektra! Pero el pulso me fallaba, "los objetos pueden verse [y se ven] más lejanos de lo que aparentan" [sobre todo cuando estas crudo], por fin pude a-rra-n-car Ja-Lo-Ne-a-n-do el poderoso ford fiesta cuyo motor de ocho caballos, tres yegüas y un burro respondían bajo el impulso de mi huarache. Para colmo de males tenía que dejarlo en el último piso y dando vueltas en reducido espacio; no lo guacareé porque apreté los labios, respiré hondo y subía a toda velocidad [que como dijimos pueden ser entre 50 y 60 km/h, más si es de bajadita]. Arriba me encontré con el Alex, que acababa de estacionar el vehículo familiar y me vio con cara de: ¿Así lo vas a dejar?, claro que mi color amarillo, mi olvido al apagar las luces y el pulso de maraquero le revelaron mi catatónico estado... ¡Unas chelas recetó el doctor! pero como lo indica el "Manual de urbanidad y buenas maneras" ya citado, es de mal gusto entrar al templo en que se celebra la boda de un amigo con una modelo de bote disfrazada con una bolsa de papel, juro que sólo mi entereza y mi buen juicio en cuestiones de gusto me impidió hacerlo, también el maldito sol que parecía una lápida y que no supiera dónde había una tienda [es que no estábamos ni por Muñoz ni por Carranza, que eran ya mis rumbos]. Bendije al cura que se le ocurrieron los ventiladores en el techo, más útiles que las bocinas, al fin que nadie escucha el sermón. Ahí estaba yo con cara de pocos amigos [o sea la única que tengo] y con ánimo de "No me hablen", cuando la ví: ¡Voto a Dios! que nunca le había visto las rodillas, ¡y qué rodillas!, ni los hombros ¡y qué hombros! Ni en zapatos de tacón y los hoyuelos.... de las mejillas y la barbilla, [ah! Creo que ésos sí]. Ahí el chamuco entró en mí, no quiero poner por escrito los oscuros pensamientos que éste negro crudo tuvo al interior de un sacro recinto cuando vio a Mayra en su vestido de "garden party". ¡Hola! Saludos y yo hablándole como el Hidalgo de las arras que se dieron en la boda, de perfil; se sentó junto a mí y yo seguí hipnotizado sus movimientos, en gran parte porque mi contacto con el ceremonial católico es sólo de dos tipos: a través de documentos coloniales y en 3 bodas a las que he asistido. Nos paramos nos sentamos, la paz del Señor, y cuando me rascó el brazo con sus uñas para despertarme, poco faltó para que me lanzara sobre ella: ¡Hay niños presentes! Pues que aprendan.
Luego de las fotos y del acomodamiento en el vehículo, decidí unirme a la tribu Jicalanca para buscar un café expreso doble, con ánimos de levantar el espíritu y apaciguar los ánimos. Al encontrar la cafetería ya ánimo estaba predispuesto, costó $31, que todavía le debo a Anabel Gómez, y sabía a garbanzo tostado. La potente Mitsubishi de la mtra. Anabel Gómez no impidió que nos perdiéramos, ni que diéramos el aspecto de un narco de segunda y sus guaruras (en un cavalier '95) que estaban buscando a unos zetas. Luego de una vuelta equivocada en la "Joroba" para entrar a Pozos, llegamos al recinto, donde dicen, "...soltaron a la paloma", metáforas medio extrañas, pero que seguro vieron en alguna película romántica con Julia Roberts y Robert Downey Jr., Tom Hanks y Meg Ryan, etc., etc.
Luego de las fotos y del acomodamiento en el vehículo, decidí unirme a la tribu Jicalanca para buscar un café expreso doble, con ánimos de levantar el espíritu y apaciguar los ánimos. Al encontrar la cafetería ya ánimo estaba predispuesto, costó $31, que todavía le debo a Anabel Gómez, y sabía a garbanzo tostado. La potente Mitsubishi de la mtra. Anabel Gómez no impidió que nos perdiéramos, ni que diéramos el aspecto de un narco de segunda y sus guaruras (en un cavalier '95) que estaban buscando a unos zetas. Luego de una vuelta equivocada en la "Joroba" para entrar a Pozos, llegamos al recinto, donde dicen, "...soltaron a la paloma", metáforas medio extrañas, pero que seguro vieron en alguna película romántica con Julia Roberts y Robert Downey Jr., Tom Hanks y Meg Ryan, etc., etc. , luego de la boda por el civil. Ni siquiera supe si hubo pistola y epístola?
Comenzó el banquete de bodas y decidí que para acelerar el proceso sanguíneo comenzar con el alcohol era buena idea; además, Mayra estaba resguardada por el general y su amiga, en otra mesa, y yo no tenía ni el valor, ni la verticalidad como para intentar ir para allá; así que decidí quedarme a ver los toros desde la barrera. Poco sucedió, salvo que se perdiera dos veces el anillo del novio [sin albur, dedo chico, anillo grande]. Hasta que movieron una mesa me di cuenta que toda la tropa masculina de los Ballín estaban vestidos como la Rondalla de Saltillo.
Aquí hago una pausa, no porque ya estuviera demasiado borracho, sino porque debo dar una cátedra mañana [antes daba clases, pero desde que soy ¡Doctor Martínez, preséntese en anestesiologíaaaaa! ¡Entregue la bolsa de suero y la botella de formol que se llevooo!, doy "Cátedra"]. Además, si no leo yo, quién lee.

02 junio

Por el amigo Juri

" Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo...

Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento...

¿Para esto morir?
¿para inventar el alma,
el vestido de Dios, la eternidad, el agua
del aguacero de la muerte, la esperanza?
¿morir para pescar?
¿para atrapar con su red a la araña?..."

Jaime Sabines
Algo sobre la muerte del Mayor Sabines

No hay comentarios:

Publicar un comentario