martes, 29 de diciembre de 2020

Adiós a Facebook


22 de febrero de 2020

No sé qué tan adicto o enganchado estoy a las redes sociales. Yo digo y afirmo que no mucho, y, quienes me conocen, sostienen lo contrario. Que quizá no estoy a la vanguardia, porque sólo soy un consumado feisbuquero y no me he sabido conectar con otras más en boga, como es el caso de instagram y alguna más nueva, que por mi pereza intelectual y tecnológica, aún no conozca. Y sin embargo, llevo un par de semanas planteándome la necesidad de abandonar nuevamente esta ventana al mundo para regresar a las viejas cosas que siempre me han hecho feliz y que en cierta medida he descuidado por estar al pendiente de las notificaciones del fb en mi celular, en mi tableta, en mi portátil y en mi computadora de escritorio. Quizá en el fondo conozco la respuesta, pero me niego a reconocerlo. Y justo estoy en este dilema, cuando recupero este texto, con la misma preocupación e inquietud que me aqueja ahora, elaborado el 14 de noviembre de 2016. Algo debo hacer y, como recomiendan los buenos terapeutas, comenzar a pensar que uno sí tiene ese problema, es el inicio para comenzar la recuperación o el camino hacia una mejor relación con la tecnología. Por lo pronto, entrego de manera tardía y postergada, la colaboración de esta semana, por andar extraviado y confundido en los laberintos de las redes sociales.

Hace casi 27 años que comencé mis andanzas por estos caminos de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. En este cuarto de siglo, y cachito, el avance ha sido sorprendente, vertiginoso y parece que no hay modo de romper con esa inercia, al menos, en el corto plazo.

He tratado de estar al día, de mantenerme en contacto y poder aprovecharla para beneficio de mis intereses. Y la mayoría de los casos ha sido para bien: he ampliado mi espectro de conocimientos sobre muchos temas, que de no haber utilizado las TICS, hubiera tardado más en enterarme; mis redes, familiares, amistosas y profesionales, crecieron a la par de que la tecnología avanzaba y puedo decir, que a pesar de los saltos, de plataforma a plataforma (hablando en estricto sentido tecnológico, léase o entiéndase BBS, Chats, Talks, Messengers, ICQs, skypes, twitter, WhatsApp, Telegram y demás monadas ) se han conservado en buena forma y salud e incluso, han crecido de una manera que aún hoy en día, me llega a sorprender: cómo parte de mi definición de calidad de persona, pasa por el filtro de mi existencia virtual en las redes sociales.

Si los buscadores de google o Facebook algo reportan sobre mí, quizás entonces sí existo. Si ocurre lo contrario, me obliga breves reflexiones existenciales, para discernir, si soy o no soy (Shakespeare dixit, that is the question).

El mundo de lo virtual pasó de las PC´s a las laptops y ahora a las tabletas. De los grandes servidores a potentísimos smartphones, que sintetizan en 7 pulgadas al mundo moderno. ¿Qué decir ahora de los smartwatches o de las smartvs, que dejaron de ser caprichos privados a exigencias y necesidades para ser un “humano” a cabalidad.

No es esto una diatriba versus la tecnología, yo también poseo algunos de esos juguetitos. Y no dejo de ser un cliente potencial de la mercadotecnia alrededor de ella.

Lo que les quiero compartir es que estoy haciendo un reajuste de mis modalidades comunicacionales.

Y bueno, pues simplemente aviso que me despido de Facebook.

Poseo una cuenta de correo, con su amplísima gama de herramientas asociadas para realizar casi cualquier tarea académica, social y de entretenimiento.

Poseo un blog, muy escaso de letras últimamente, pero que es el sitio original, en el que he borroneado y elaborado notas desde el año 2007, y que en cierto sentido , es el lugar en donde han quedado plasmados mis intereses y visiones más personales sobre los muchos temas y tópicos de la vida.

Poseo un celular, oficina móvil, extensión de las dos tecnologías arriba mencionadas, pero que además sirve para poder escucharnos de viva voz y concertar citas, entrevistas o salidas.

No es una decisión precipitada, ni por consecuencia de una posible andropausia severa.

Tampoco me uní a un grupo extremista o soy un fanático del new age posmoderno, que sintetiza, sin ton y son, en un mismo vagón, meditación budista, disciplina yogui, la supremacía indígena prehispánica mexicana y las bondades de reconocer nuestra conexión mágica con el cosmos, además de desayunar quinoa con leche de elefanta asiática.

Simplemente he caído en cuenta en que debo de optimizar y mejorar mis comunicaciones con el mundo.

Dicen que son amigos aquellos que te conocen, con todas tus virtudes, pero también con todos tus defectos y, a pesar de ello, te siguen tolerando y continúan contigo.

Entiendo que no por formar parte de una red social todos deban interesarse en mis aficiones que a veces, tan optimista o vanidosamente, comparto, y que pueden pasar de lo más ñoño o teto, hasta lo más culterano o snob.

Tampoco tienen porqué soportar mis posicionamientos respecto a los asuntos que los Trendtopics nos hacen creer que son los temas fundamentales de la vida. Muchas veces ni opinión me merecen.

Me cuesta trabajo sumarme a la clicktocracia y ser “revolucionario”, “políticamente correcto”, “reaccionario” o “chairo” desde la comodidad de mi pc o en las penumbras de mi insomnio, rotas con la luz de mi Tablet.

Es un asunto de priorizar.

Yo he aprendido mucho de la vida, viviéndola y en los libros.

Así que es una vuelta al origen.

Elegir qué es lo que quiero leer y no lo que sugieran las cookies o estadísticas que pretenden “saber científicamente” lo que son mis intereses y creencias.

Que si hay que discutir sobre lo mucho que está funcionando mal en los asuntos públicos del estado y del país, que lo hagamos en un ejercicio serio, respetuoso y lejos de “reflectores” o el “brillo” que puedan dar los argumentos cargados en la sección de comentarios de Facebook.

Reafirmar mi vínculo con mis amigos, sin necesidad de llevar un ranking y estrellitas que den cuenta de “popularidad”

Ha sido una buena experiencia con el Facebook, pero para mí, creo que ya cumplió con su cometido.

En un mundo con muchos muros, el mío lo elimino por decisión propia.

Esta es la semana del adiós…
De una mudanza para bien
Revisar qué cosas me llevo a mi blog
Qué imágenes y textos son dignos de conservarse
Cuáles memes son los mejores para seguir sonriendo
Cerrar las conversaciones de los inbox que todavía están en proceso
Culminar los compromisos pactados por este medio.

Y bueno, nos seguiremos viendo, comunicando o mensajeando, pero lejos de esta pantalla.

Como dice Andrés Calamaro: “Buena suerte y hasta luego”.

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