miércoles, 30 de diciembre de 2020

La página en blanco y los días desparpajados

 


17 de octubre de 2020

Cuando las musas andan erráticas, lo único cierto y tangible es el tic tac inexorable que acompaña como música de fondo al telón blanco de una página que no halla por dónde ser estrenada. No es que las palabras falten, más bien es que andan distraídas, ocupadas en los muchos menesteres cotidianos que no alcanzan a llegar a tiempo a la cita semanal.

“Se compran temas nuevos para columna”. Es la primera idea que me viene a la mente cuando se acerca el plazo fatal para la entrega a tiempo de mi colaboración. Reconozco que en varias ocasiones me he valido del gesto solidario de mi editor que siempre disculpa mi retardo en las entregas, pero la impuntualidad no es el mejor aliciente para mi numen. Me pongo serio y formal frente a la computadora y aquí estoy, entre concentrado y divagante, con el dilema de la página en blanco. No. Corrijo. El dilema de la mente en blanco, aunque esta imagen no es del todo exacta para lo que está ocurriendo en mi fragmentada mente, que aunque mayoritariamente está ocupada, ¿o preocupada? con temas de prevención sanitaria, confinamiento y trabajo a distancia, no deja de echar rápidos vistazos a otros temas que dicen ser, los muy ostentosos, del interés general y que rápidamente pueden ser aglutinados en dos grupos que ponderan su situación: o todo mal o todo peor, no se admiten medias tintas, mucho menos que uno demuestre desinterés o apatía porque, ahí sí, los extremos opuestos se juntan y de inmediato lanzan la sentencia acusatoria. En este momento se vale ser extremista o fundamentalista pero nunca estar en medio y, mucho menos, fuera.

“Se compran temas nuevos para columna”. Salta de nuevo la frase en cuanto me doy cuenta de que el primer intento no me ha llevado a una idea clara o tema en específico por donde transitar sin dificultad la página blanca que me mira como diciendo “ya, estoy lista”. Es entonces que entiendo que debo concentrarme. ¿Concentrarse? ¿De qué va ese asunto? Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que una de las acepciones de esta palabra es la de centrar intensamente la atención en algo y debo insistir, no sé si para reafirmarme o convencerme, que si algo he hecho durante estas semanas-meses es intentar, constantemente, concentrarme en cualquier tópico, tema o actividad que no sea la pandemia y sin embargo, como dice Silvio Rodríguez “pueden ser casualidades/u otras rarezas que pasan/pero donde quiera que ando/todo me conduce a ti”. Por intentos no ha quedado, que lo haya concretado, eso es harina de otro costal pero yo, al igual que algunos -muchos- de ustedes, he mantenido una relación tóxica con la concentración, un particular estado de odio-amor con los pequeños actos y obligaciones para resolver los vericuetos de la vida diaria, ahora confinada. Y en ese sincero esfuerzo por lograr la concentración resulta que me doy cuenta de que a medida que transcurren los segundos y minutos de esta mañana pongo más atención a los efectos de sonido que me acompañan en este intento de escribir algunas líneas: la aguda voz robotizada de la profesora de química de bachillerato, que mi sobrino D atiende entre resignado y cansado, en esta forzada puesta en escena que pretende convencer(nos) de que el sistema educativo sigue y sigue bien. Pausa. Una vez más el contexto le gana la batalla a la página blanca en el ordenador. Las musas continúan erráticas, las ideas revueltas y las palabras distraídas, preocupadas, ocupadas en bailar al ritmo del tic tac que las urge pero no les corrige el paso.

“Se compran temas nuevos para columna” se presenta otra vez esta frase con cara de idea recurrente que debo desarrollar o eliminar para salir de este vericueto inspiracional. Y los minutos caminan lentos pero sin detenerse, al riesgoso límite de la hora de entrega. Y cuando por fin estoy a punto de dar con la idea y el tema para desarrollar, cuando por fin parece que las palabras aprendieron la coreografía y siguen el ritmo, resulta que es momento de abandonar la empresa narrativa para ir a surtir la despensa que, en la situación actual, es una tarea más esencial que seguir intentado llamar a este rincón de la casa, a unas musas que seguramente también se encuentran confinadas. Así, mientras me dirijo al mercado, entiendo que más que comprar nuevos temas para la columna lo que debo hacer es seguir al pie de la letra lo que bien dijo el poeta centenario, cuando uno se enfrenta al dilema de la mente y la página en blanco. Quizá así logre abrir de par en par la ventana y dejar que entre el aire fresco de este día desparpajado:

“Página en blanco”
Bajé al mercado
 y traje
tomates diarios aguacero
endivias y envidias
gambas grupas y amenes
harina monosílabos jerez
instantáneas estornudos arroz
alcachofas y gritos
rarísimos silencios


página en blanco
aquí te dejo todo
 haz lo que quieras
espabílate
 o por lo menos organízate

yo me echaré una siesta
 ojalá me despiertes
 con algo original
 y sugestivo
para que yo lo firme

Mario Benedetti

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