martes, 29 de diciembre de 2020

La ventana


27 de octubre de 2019

Las ventanas son un elemento constructivo perenne que no es exclusivo de la arquitectura. Han sido tratadas y utilizadas en casi todas las áreas del conocimiento y del arte. Sólo por decir algo sobre conocimiento, se reconoce el gran valor metafórico que tienen como recurso lingüístico cuando se trata de explicar de mejor forma todo aquello que nos es importante describir y que se comprenda a cabalidad. ¿Qué acaso, cuando alguien tiene un problema, no hemos escuchado decir con cierto aire de esperanza: “Apenas cierra Dios una puerta y ya tiene abierta una ventana”, le entendemos y hasta nos solidarizamos con él, o cuando las cosas van un poco mejor y a alguien le da ese arranque de optimismo desmedido y nos suelta la comprometedora frase de: “¡Es momento de echar la casa por la ventana”, es entonces que nos preocupamos? En ambos casos la comunicación se logró y eso es lo importante.

En el universo del arte las referencias podrían resultar interminables. La literatura está llena de versos y prosas que dan cuenta de la presencia de estos “espacios”. La ventana de Romeo y Julieta en Verona; ¿a dónde se peinaba Rapunzel su larga cabellera en el cuento de los Hermanos Grimm?; en una rápida búsqueda cibernética el motor de búsqueda nos reporta cientos de poemas y prosas sobre ventanas de autores tan disímbolos en épocas, estilos y calidades: Charles Baudelaire, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Fernando Pessoa, Ramón López Velarde y Jaime Sabines. En el campo de la pintura no es distinta la cosa, tan sólo de artistas del siglo XX alcanzo a rescatar los cuadros de Salvador Dalí, Muchacha en la ventana y de Edward Hooper, Los noctámbulosHabitación de hotel, y Sol de mañana. Y creánme que cada una de esas piezas nos dan elementos para infinitas historias. Las referencias musicales que aquí coloco como muestra, obviamente serán objeto de mucha y fundamentada crítica, lo acepto, pero son las que se me vinieron al momento: Aire, de Mecano; Pasaba por aquí, de Pedro Guerra; Aunque no estás, de Alejandro Filio; Monólogo, de Silvio Rodríguez y; 11 y 6, de Fito Páez. En todas esas piezas hay ventanas, con su correspondiente significación en sentido lírico y textual.

De las varias acepciones que reporta el Diccionario de la Lengua Española yo sólo he elegido las dos que mejor se pueden ajustar a este nuevo espacio de palabras e ideas. La primera, refiere a las aberturas que existen en las paredes o muros y que, entre otras cosas, sirven para mirar, iluminar, ventilar y dar paso libre a los sonidos de la vida. La segunda, explica el uso de la palabra en el ámbito de la tecnología digital: recuadro de un dispositivo electrónico cuyo contenido puede manejarse independientemente del resto. Ya sean huecos en los ladrillos o recuadros en una pantalla, las ventanas siguen siendo los mecanismos más utilizados y, en ciertos casos, seguros para observar con calma y detenimiento a un mundo que sentimos que día a día se acelera más y más, casi sin la posibilidad de poder meter freno, esto lo explica muy bien el filósofo mexicano, Luciano Concheiro, en la introducción de su libro Contra el tiempo. Filosofía práctica del instante: “Si me viera obligado a señalar un rasgo que describiera la época actual en su totalidad, no lo dudaría un segundo: elegiría la aceleración. Este fenómeno explica en buena medida cómo funcionan hoy en día la economía, la política, las relaciones sociales, nuestros cuerpos y nuestra psique. El incremento de la velocidad es una mirilla por la cual, sin tener que recurrir a perspectivas reduccionistas, podemos ver –y acaso entender un poco mejor– el mundo contemporáneo y a quienes lo habitamos.”

Este espacio que propongo abrir con ustedes tiene esos dos sentidos: abrir las hojas de cristal de 2×2 que hay en mi pared y asomarme a la rendija digital de trece pulgadas para enterarme de lo que acontece más allá de estos veinte metros cuadrados que debe tener el área donde me siento a leer / redactar/ navegar/ casi todas las noches. No hay temario preestablecido ni carta de navegación. Dialoguemos sobre lo que nos ocupa y preocupa en ese momento, en esa circunstancia en particular. Compartamos y complementemos la visión del mundo y sus problemas desde nuestra respectiva ventana personal.

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