martes, 29 de diciembre de 2020

Diario de la pandemia


28 de marzo de 2020

Yo sabía poco del COVID-19. Creo que hasta el momento sigo conociendo poco, pero he limitado mis accesos de información a las entidades nacionales e internacionales que son la autoridad en materia médica y sanitaria para combatir mi ignorancia sobre este problema. Tratar de dar seguimiento a la pandemia en las redes sociales estaba teniendo efectos negativos en mi salud mental y emocional. La sobreinformación, las fake news y la aparición espontánea y viral de infinitos especialistas en infectología, epidemiología, salud y política pública, todo al mismo tiempo, y a toda hora, han hecho que tome, aún más, distancia de las nuevas tecnologías de la comunicación.

Sobre la enfermedad, supe desde los primeros reportes de su propagación en Asia, luego en Europa y, de pronto, ya estaba aquí, trastocando mis actividades familiares, laborales y personales. He aquí algunas notas que he hecho, comenzadas de manera retrospectiva el 23 de marzo, pero que he ido recopilando y actualizando, sin fin testimonial o periodístico, sino tan sólo como una especie de terapia ocupacional para elaborar una crónica de esos pequeños detalles, que han venido a transformar mis conductas y razonamientos habituales en el transcurso de pocos días.

Hace 22 semanas comenzaba a colaborar con Tribuna Digital Online y no se me ocurrió mejor nombre para mi columna que el de “La ventana” haciendo una alusión a los elementos arquitectónicos y a las pantallas digitales, como alegoría de ese íntimo acto de mirar el mundo desde la comodidad de nuestra habitación. Al paso de los meses, esa intención se mantiene y se ha incrementado con la función de seguridad y protección para paliar este periodo de contingencia.

Hoy día, todo parece indicar que las ventanas que debemos de abrir de par en par son las internas, obligados a conocernos y reconocernos en nuestros hábitos y costumbres, en nuestros temores y reflexiones, puestos a prueba bajo el tamiz de la paciencia y de el prudente temor que genera una crisis como esta. Van pues, estas líneas, para intentar conocerme un poco más.

Viernes 13 de marzo de 2020
R y yo tomamos la segunda sesión de un diplomado en el que, entre otras cosas, se abordaron temas sobre desarrollo sostenible, huella ecológica e impacto ambiental de la actividad productiva humana. A todos los asistentes nos quedó claro que entre los diagnósticos y las metas hay una brecha muy grande de incertidumbre. Se generó el debate y la polémica. La conclusión general de los participantes fue común: es momento de actuar. Los pequeños actos pueden lograr los grandes cambios.

Alrededor del mediodía nos informan de San Luis Potosí que H tiene varios días con resfriado y tos, y que la acababan de ingresar a un hospital para su valoración. Afortunadamente, por la tarde, nos comparten que le hicieron pruebas de laboratorio y resultaron negativas para influenza en todas ellas. Tendrá que guardar reposo en casa. Tomamos con más calma la salida a carretera y acordamos que hacerlo por la mañana nos presentaría mejores condiciones de viaje. Así quedamos.

Yo debí de enfocarme en los preparativos y precauciones básicas del viaje, por lo que dejé algunos asuntos por resolver. Me acosté temprano, pero la voz del remordimiento hizo que me levantara a revisar mis apuntes para mi colaboración semanal, cosa que resolví en corto tiempo y ya con la conciencia tranquila: a seguir durmiendo. Casos confirmados: 26. Casos sospechosos:105.


Sábado 14 de marzo de 2020
Salimos muy temprano de Morelia rumbo a SLP para apoyar la convalecencia y reposo obligatorio que debía de tener H. De nuevo en esta ruta carretera, que une dos polos de la relación y entorno familiar, tengo la percepción de que no ha disminuido mucho el tráfico de vehículos y de personas, pese a los cada vez más insistentes llamados a quedarnos en casa y procurar la sana distancia, para evitar ser infectados o infectar. Transcurre sin mayor contratiempo el viaje, hasta que en la última caseta a nuestra mascota, y también viajero frecuente de estos caminos, le pica un bicho. El perro olfatea y lame la zona en donde sufrió la picazón y los viandantes humanos creemos que con eso es suficiente.

Treinta y tres kilómetros después, llegando a nuestro destino, nos percatamos de la condición crítica en la que llegó el can. Al piquete ese, que especulamos pudo haber sido una araña, reaccionó con una alergia tal, que estaba a punto de sufrir un choque anafiláctico. Quién iba a pensar que el primer asunto de salud que debimos de atender en SLP fue el canino y no el humano.

Bajamos las maletas, y con dos o tres referencias que nos hizo llegar DP por teléfono salimos en busca de atención veterinaria urgente. Una inyección de Histafin y otra de Alin Depot fueron el remedio justo para detener esa situación.

De vuelta al mundo de lo humano familiar, nos ponemos al día de la salud y la evolución de H. R asume el control de las tareas del hogar. A mí me toca apoyar en las tareas de reabastecimiento de la despensa, todavía la habitual y quizá un poquito de productos extra. De cierta manera, internamente, los llamados a prever una cuarentena comienzan a pesar en la toma de decisiones de las compras cotidianas.

Al finalizar el día, queda todavía un asunto que hay que finiquitar: el viaje programado para el jueves 19 de marzo de H, JR y C al extranjero. Aunque se sabía de antemano la decisión final, se dejó el tema para la sobremesa del desayuno. Casos confirmados: 41. Casos sospechosos: 155.

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