martes, 29 de diciembre de 2020

Diario de la pandemia / 5


25 de abril de 2020

Viernes 3 de abril
Desperté a las 3:20 de la mañana y ya no volví a conciliar el sueño. Intenté escuchando un poco de música y no pude. Así, que capturé en tv por cable una película argentina  que recién iniciaba, Acusada, comencé a verla con la expectativa de que al poco tiempo me vencería el sueño y no. Vi completa la película y a las 6:20 saqué el perro al jardín. Me sentía cansado para intentar leer y después de un rato, nuevamente me subí a la habitación. Fiel a la costumbre, encendí el televisor y lo dejé en el noticiero, y con el repetir incesante de las mismas notas, el mismo tono, la misma voz, pude dormir una hora y media más. Y de nuevo, a levantarse. Es raro despertarse dos veces en el mismo día. Hoy he tenido la sensación de que ha sido la jornada más lenta que he transcurrido dentro de los muros de la casa. Apenas y si avancé en la nueva lectura que emprendí, Memorias de un chef, de Anthony Bourdain, quizás unas 60 o 70 páginas. Ya no regresé a mis pendientes académicos y me he conducido con letargo y sopor durante todo este viernes. La conferencia de las 7pm y de nuevo la sensación de que el día ya terminó. Y me bajo a revisar y corregir las notas que debo de enviar a Tribuna Digital para la colaboración de mañana. Lo hago con el apuro de nuevamente regresar al cuarto y tirarme a dormir. No tengo otro objetivo. Casos confirmados: 1688. Casos sospechosos: 5398. Defunciones: 60.

Sábado 4 de abril
Despierto nuevamente a las 3 am. Me obligo a continuar con los ojos cerrados y no enciendo el televisor ni el celular para escuchar música. Leve dolor de cabeza, pero consigo prolongar un sueño leve y entrecortado. Despierto con la sensación de no haber descansado y supongo que son los primeros síntomas de una falta de actividad física que abone a conciliar el sueño profundo por largo periodo. Bajar a desayunar y encontrarme con la noticia del fallecimiento de Luis Eduardo Aute, apuro los últimos sorbos del primer café de la mañana y como empujado por la nostalgia abro el cajón de los recuerdos y emociones y me dedico a elaborar una nota por tan triste acontecimiento para compartirla en mi Facebook. 

“Recién terminaba de cursar la Licenciatura en Historia y también concluía mi curriculum alterno, ese que aprendes junto a los amigos y compañeros en los pasillos y corredores de la universidad cuando no entras a clases, y que fue el de música y poesía. De esa formación paralela, sobresalieron siempre en los nuevos gustos musicales la denominada nueva trova y la canción de autor. Voces como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez, se sumaron y conjuntaron con el canto de Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute y un ecléctico Joaquín Sabina. Fue por esos tiempos que llegó a mí el disco Mano a Mano, grabado en directo del concierto que ofrecieron Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez en la Plaza de Las Ventas, en Madrid en 1993. Este disco, por cierto doble, recopilaba una exquisita selección de algunas de las mejores piezas compuestas por estos dos cantautores hasta ese entonces. Sobra decir que es uno de mis discos favoritos hasta la fecha. Entre el romanticismo combativo, colorido y agudo de Silvio, el complemento ideal era ese cantautor fino, pausado y delicado que lo fue Luis Eduardo Aute. Cineasta, pintor, poeta, artista multifacético que siempre me cautivó por la serenidad y calma que proyectaba las veces que lo llegué a mirar en los medios. En el 2003 tuve la oportunidad de verlo en Morelia, en la Plaza Valladolid (o de San Francisco), en donde en un concierto gratuito y al aire libre, el canto pausado, profundo y suave, fue ganándose y apaciguando al público variopinto que por distintas razones nos habíamos congregado ahí. Algunos conocían al cantautor, otros muchos, parecía que no, y sin embargo, todos salimos conmovidos y convencidos de la palabra y de la música de Aute. Lo ví por última ocasión, en un dueto que hizo con Pedro Guerra, el compositor de Canarias, en el mítico café madrileño Libertad 8, donde las nuevas generaciones de compositores y cantantes que han renovado el canto de autor, como el propio Guerra, Drexler, Serrano, Marwan y otros más, han tomado la estafeta que tan generosamente les compartió y ofreció el maestro Aute. La canción escogida, fue la emblemática «Pasaba por aquí», de tan gratos recuerdos, o reflejos, para muchos de los que gustábamos de él. El año pasado supe que había sufrido un infarto y sus amigos, muchos, entre ellos Serrat y Sabina, organizaron un concierto benéfico para recaudar fondos de sus continuos ingresos y salidas del hospital. Hoy, que estaba por concluir el desayuno, me dieron la noticia de su fallecimiento, y un pesar hondo cayó sobre mí. El café matutino me supo más amargo que otros días. Así, que escribo estas líneas para despedirme de Aute, me quedo con sus canciones y su poesía, que fueron las expresiones artísticas que más conozco de él. Descansa en paz maestro. Ya vas en camino al campo eterno de los giralunas.”

Y las malas noticias siguen sin cesar. La prima E que es enfermera y que labora en un Centro de Salud, tiene algunos síntomas de gripa y la contingencia amerita a que se encuentre aislada y resguarda en su habitación por 15 días. Indudablemente hay altas probabilidades de infección por estar en uno de los primeros frentes de batalla en contra de ese nuevo virus. Estamos a la espera de más y mejores noticias sobre E.

No miro la conferencia de las 7pm para postergar la sensación de que el día ha concluido y me mantengo absorto del mundo y sus problemas, oyendo canciones de Luis Eduardo Aute. Y ahora, concentrados en la pandemia, obviamos el debate que antes suscitaba el horario de verano. En el tránsito de la madrugada del domingo adelantamos el reloj una hora. Internamente, yo creo que muchos de nosotros quisiéramos adelantar un par de meses al calendario y ya salir de este lento y espeso transcurrir del tiempo. Casos confirmados: 1890. Casos sospechosos: 5827. Defunciones: 79.

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